Te despiertas. Caminas al baño. Te paras frente al espejo.
Y ahí está: tu abdomen colgante, ese recordatorio constante de los embarazos, la pérdida de peso, el tiempo que pasó. Te has acostumbrado a odiarlo en silencio cada mañana.
Has investigado la abdominoplastia. Sabes que funciona. Has visto las fotos de antes y después. Entiendes que podría cambiar tu vida.
Pero hay algo que te detiene. Algo que te quita el sueño cuando consideras finalmente agendar esa consulta.

La cicatriz.
La imaginás enorme, roja, permanente. La imaginás más visible que tu abdomen actual. La imaginás arruinando tu resultado. La imaginás limitando tu vida de formas que tu abdomen flácido nunca lo hizo.
Permíteme mostrarte algo después de realizar más de 800 abdominoplastias en Bogotá: Tu miedo a la cicatriz es el único obstáculo entre vos y el abdomen que merecés. Y voy a demostrártelo.
La cicatriz de abdominoplastia SÍ existe (y por qué eso está bien)
Voy a empezar con la verdad más brutal: No existe la abdominoplastia sin cicatriz. Punto. Si un cirujano te promete lo contrario, está mintiendo o hablando de otro procedimiento.
La abdominoplastia requiere remover piel. Y remover piel requiere cortar. Y cortar deja cicatriz. Siempre. Sin excepciones.
Tu cicatriz irá de cadera a cadera. Aproximadamente 30-40 centímetros de línea horizontal en tu abdomen inferior. No es “discreta”. No es “pequeña”. Es una línea completa.
Pero aquí está lo que tus cirujanos en consultas express no te explicaron:
Esa cicatriz está ubicada exactamente donde usarías la línea de un bikini. Cinco a ocho centímetros por encima de tu vello púbico. La misma zona que naturalmente cubren tus panties, tu bikini, tu ropa interior deportiva.
Durante 15 años, he visto pacientes aterradas por la cicatriz. Y durante 15 años, he visto a esas mismas pacientes, 12 meses después, usando bikini en playas sin que nadie note nada.
La pregunta real no es “¿tendré cicatriz?” porque sí, la tendrás. La pregunta real es “¿valdrá la pena intercambiar un abdomen colgante que escondo bajo ropa holgada por una línea discreta que escondo bajo un bikini?”
Déjame mostrarte cómo esa línea evoluciona.
Los primeros 15 días: cuando la cicatriz se ve “horrible”
No voy a endulzar esto. La primera vez que ves tu cicatriz, probablemente pienses “¿qué hice?”
Salís del quirófano con una línea roja-púrpura, elevada, tensa. Tenés puntos visibles si usamos sutura externa. La piel alrededor está inflamada, con moretones amarillos y verdes que parecen sacados de una película de terror.
Parece el peor error de tu vida.
Te prometo que no lo es. Pero entiendo el pánico. He sostenido la mano de cientos de mujeres en ese primer control cuando ven su cicatriz fresca y preguntan entre lágrimas: “¿Así va a quedar?”
No. Así no va a quedar.
Tu cicatriz en día 7 representa aproximadamente el 5% de tu resultado final. El otro 95% ocurre durante los siguientes 12 meses. Y lo que hagás durante esos meses determinará si tu cicatriz será casi imperceptible o permanecerá prominente.
En esa primera semana, tu única tarea es simple: mantenerla limpia, seca y protegida. Nada de productos milagrosos. Nada de remedios caseros. Solo agua tibia, jabón neutro durante la ducha autorizada, y secar sin frotar.
La comezón será intensa. Es señal de curación, no de problema. Resistí la tentación de rascar. Cada vez que rascás, retrasás la cicatrización días.
Mes 1: cuando todos tus miedos parecen confirmarse
El primer mes es cruel. Tu cicatriz está en su peor momento. Roja brillante. Elevada. Visible incluso bajo ropa ajustada.
Es el momento donde la mayoría de mis pacientes me llaman preocupadas: “Se está poniendo peor, no mejor.”
Y tienen razón. Durante el primer mes, la cicatriz NO mejora visualmente. De hecho, puede ensancharse uno o dos milímetros. Puede enrojecerse más. Puede elevarse.
Todo eso es completamente normal.
Tu cuerpo está en modo de curación agresiva. Está produciendo colágeno a toda velocidad para cerrar la herida. Ese proceso hace que la cicatriz se vea exagerada, prominente, horrible.
Pero es temporal. Y es necesario.
Lo que SÍ debés hacer en este mes crítico: protección solar absoluta. Tu cicatriz no puede ver sol directo. Ni un minuto. Ni bajo ropa si la tela es delgada. El sol en esta etapa causa hiperpigmentación permanente. Una cicatriz oscura que nunca aclarará completamente.
SPF 50+ todos los días. Incluso si no salís de casa. La luz que entra por las ventanas contiene UV suficiente para dañar tu cicatriz.
¿Dudas sobre tu cicatriz? Agenda consulta
Meses 2 y 3: el primer destello de esperanza
Algo cambia alrededor de la semana 8. La cicatriz sigue siendo roja, sigue siendo visible. Pero si prestás atención, notarás que el rojo es levemente menos intenso que hace dos semanas.
Es sutil. Tan sutil que tu familia probablemente no lo note. Pero vos sí.
Este es el momento de empezar tratamiento activo. Y por “tratamiento activo” no me refiero a cremas milagrosas de $200,000 que prometen borrar cicatrices en días.
Me refiero a dos cosas increíblemente simples pero científicamente comprobadas: masajes y silicona.
Los masajes no son opcionales si querés un resultado óptimo. Diez minutos, dos veces al día. Movimientos circulares firmes sobre la cicatriz. Duele un poco. Es incómodo. Pero estás literalmente rompiendo las adherencias que harían tu cicatriz gruesa y rígida.

Pensá en esos masajes como esculpir tu cicatriz. Cada sesión la hace más suave, más plana, más flexible.
Y la silicona. Láminas de silicona médica o gel. No son baratas (unos $100,000 por mes de tratamiento), pero son lo único con evidencia científica real. Estudios demuestran reducción de hasta 80% en grosor y 75% en enrojecimiento.
Úsalas religiosamente. Doce a veinticuatro horas al día. Durante mínimo tres meses. Sé que son incómodas. Sé que se sienten raras bajo la ropa. Pero la diferencia entre una paciente que usa silicona vs una que no es dramática.
Meses 4 a 6: cuando empezás a creer
Cuatro meses después de tu abdominoplastia, mirás fotos de tu cicatriz en mes 1 y no podés creer que sea la misma línea.
El rojo intenso se convirtió en rosa pálido. La elevación de 4 milímetros se aplanó a menos de 2. Segmentos enteros de la cicatriz están casi al ras con tu piel normal.
Este es el momento donde la mayoría de mis pacientes me dicen: “Okay, ahora entiendo por qué dijiste que valía la pena.”
Tu sensibilidad está regresando. Esas áreas que estaban completamente adormecidas ahora responden al tacto. No perfectamente, pero están vivas de nuevo.
Y algo más importante: podés empezar a imaginarte usando ese bikini que compraste con esperanza pero miedo meses atrás.
La protección solar sigue siendo no negociable. Pero ahora es mantenimiento, no supervivencia. Un hábito que mantiene tu progreso, no uno que previene desastre.
Si tu cicatriz no está evolucionando bien en este punto, es momento de considerar intervenciones profesionales. Láser fraccionado para reducir enrojecimiento persistente. Micropunción para mejorar textura. Inyecciones de corticoides si hay elevación queloide.
Pero el 90% de mis pacientes no necesitan nada de eso. Solo necesitan tiempo, constancia y protección solar.
Meses 7 a 12: la transformación que justifica todo
Alrededor del mes 9, algo mágico sucede. Dejás de verificar tu cicatriz obsesivamente cada mañana.
No porque dejó de importarte. Sino porque dejó de preocuparte.
La línea que antes era roja y elevada ahora es rosa muy pálido, casi blanca en algunos segmentos. Está completamente plana. Cuando pasás tu dedo sobre ella, apenas sentís diferencia con la piel circundante.
La textura sigue siendo levemente diferente. Será así permanentemente. Pero la diferencia es tan sutil que solo vos la notás porque conocés cada milímetro de tu abdomen.
Al año de tu cirugía, tu cicatriz tiene un ancho promedio de 2-3 milímetros. Ubicada exactamente donde naturalmente cae la línea de tu bikini. Color piel o levemente más clara.
Y algo que no esperabas: Dejás de verla como cicatriz y empezás a verla como el precio que pagaste por recuperar tu abdomen.
La verdad sobre productos para cicatrices (y tu dinero)
Después de 15 años viendo qué funciona y qué es puro marketing, necesito ser directo sobre productos.
Lo único con evidencia científica real es la silicona. Láminas o gel, médicos, certificados. Todo lo demás tiene evidencia limitada, anecdótica o directamente nula.
Las cremas “milagrosas” de venta directa que prometen borrar cicatrices son un fraude. Los remedios caseros con limón pueden dañar tu piel activamente. Los aceites esenciales de $150,000 son placebo caro.
Vitamina E tópica tiene beneficio moderado demostrado. Centella asiática también. Pero son complementos a silicona, no reemplazos.
¿Querés saber en qué vale la pena invertir? Silicona médica y protección solar SPF 50+. Esos dos productos representan el 80% del resultado que podés controlar. Todo lo demás es secundario.
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Las complicaciones que SÍ debés vigilar
La cicatriz queloide es la pesadilla real. No es común (menos del 5% de pacientes), pero cuando ocurre es devastadora.
La diferencia entre cicatriz normal y queloide es clara: el queloide crece más allá de los límites originales de la incisión. Se eleva más de 5 milímetros. Pica intensamente durante meses. Y no mejora con tiempo, empeora.
Si tenés historia personal de queloides (en piercing, cirugías previas, heridas), avisále a tu cirujano ANTES de la abdominoplastia. Hay protocolos preventivos. Pero necesitamos saberlo antes, no después.
La hiperpigmentación es la otra complicación común. Una cicatriz oscura, café o casi negra, que contrasta dramáticamente con tu piel.
Causa #1 de hiperpigmentación: Exposición solar durante el primer año.
Es completamente prevenible. Y casi completamente permanente si ocurre. Una vez que tu cicatriz se oscurece por sol, revertirlo es extraordinariamente difícil.
Por eso soy obsesivo con la protección solar. No es sugerencia. Es la diferencia entre cicatriz casi invisible y cicatriz que te recuerda tu error cada día.
Consulta sobre tu caso específico
La cicatriz vs el abdomen: la ecuación real
Tengo una paciente que me dijo algo que nunca olvidé. Doce meses después de su abdominoplastia, estábamos en control final revisando su resultado.
“Doctor, ¿se acuerda cuando lloré en mi primera consulta porque tenía miedo a la cicatriz? Ahora no puedo creer que eso casi me impidió operarme.”
Me mostró fotos de ella en bikini en sus últimas vacaciones. La cicatriz era visible si sabías exactamente dónde buscar. Pero tenías que buscar.
Su abdomen firme y plano, en cambio, era imposible no notar.
Esa es la ecuación real que enfrentás. No es “cicatriz vs no cicatriz”. Es “cicatriz discreta bajo bikini vs abdomen colgante que escondo bajo ropa holgada todos los días”.
Durante 15 años, he visto cientos de mujeres paralizadas por miedo a la cicatriz. Y durante 15 años, he visto a cero pacientes, absolutamente cero, que después de ver su resultado final me dijeron “me arrepiento, la cicatriz no vale la pena.”
La cicatriz existe. Es real. Es permanente. Y después de 12 meses de cuidados apropiados, es casi imperceptible.
Tu abdomen flácido también es real. También es permanente. Pero ese sí es imposible esconder sin cambiar completamente cómo vivís tu vida.
Lo que necesitás hacer ahora

Si estás considerando abdominoplastia pero el miedo a la cicatriz te paraliza, necesitás ver cicatrices reales. No las de Instagram con filtros. No las fotos promocionales de clínicas. Las cicatrices reales de pacientes reales en diferentes etapas.
En consulta te muestro mi archivo completo. Cicatrices en día 7, mes 1, mes 3, mes 6, mes 12. Cicatrices de pacientes que cicatrizaron excepcionalmente bien. Cicatrices de pacientes con complicaciones que manejamos exitosamente.
También evaluaremos tu piel específicamente. Tu genética de cicatrización. Tu historia personal con cicatrices previas. Y te daré expectativas honestas sobre cómo será TU cicatriz particularmente.
Porque tu cicatriz no será idéntica a la de mi paciente anterior ni a la de la siguiente. Será única. Y mereces saber exactamente qué esperar.
La recuperación de abdominoplastia es un proceso de 12 meses. Los primeros 15 días son intensos. Los siguientes 3 meses requieren disciplina con cuidados. Los últimos 6 meses son simplemente observar tu transformación.
¿Vale la pena?
Después de 800 abdominoplastias, mi respuesta es inequívoca: Si tu abdomen te avergüenza cada mañana, si escondés tu cuerpo incluso frente a tu pareja, si dejás de hacer actividades por cómo se ve tu abdomen bajo ropa, entonces sí, absolutamente vale la pena.
La cicatriz estará ahí. Pero también estará escondida bajo tu bikini. Y estarás demasiado ocupada disfrutando tu nuevo abdomen como para obsesionarte con ella.
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